Várices heredadas
Las várices son dilataciones y tortuosidades de las venas de las piernas, producidas por debilidad de sus paredes e insuficiencia de sus válvulas. Estos defectos son hereditarios y se pueden presentar en alguno de sus grados y en algún momento de la vida, hasta en el 80% de las mujeres y 20% de los hombres.
Como es una enfermedad progresiva, se puede manifestar desde su grado más leve que son las famosas “venas en araña” o telangiectasias, pasando por las verdaderas várices que son venas prominentes “abultadas” en las piernas, hasta llegar al estado más avanzado que es la úlcera venosa, que característicamente se presenta a nivel del tobillo interno. Estos signos, se pueden acompañar de algunos síntomas como son el cansancio, la pesadez, el ardor, dolor, rasquiña (prurito) y los calambres de las piernas, especialmente al final del día.
Las várices son un problema hereditario, no se pueden prevenir. Lo que sí se puede es controlar y retrasar la aparición y las complicaciones de la enfermedad, realizando ejercicio cardiovascular, evitando el sobrepeso y utilizando las medias de compresión graduada.
Si ambos padres padecen de várices se tiene un 90% de posibilidades de que sus hijos la padezcan y si es solamente uno de los padres, la posibilidad se reduce a 45%.
Además, hay condiciones especiales de los pacientes y de su tipo de trabajo, como el sobrepeso, el sedentarismo, el trabajo por largos periodos en posición de pie sin movimiento como el caso de los vigilantes, tenderos, profesores, cultivadores de flores, etc.
Las várices son una enfermedad progresiva, puede desencadenar una tromboflebitis (trombo dentro de una vena), produce cambios de coloración de la piel (pigmentación ocre) que es irreversible por infiltración de la hemosiderina (hierro) en la dermis, se puede presentar una ruptura de una vena (varicorragia), por mínimos traumas e incluso por rascado y con hemorragia importante y finalmente se presenta una úlcera (herida en la piel) de difícil manejo y cicatrización.